SALMOS 66:13-20
13 Ahora vengo a tu templo con ofrendas quemadas
para cumplir los votos que te hice,
14 sí, los votos sagrados que hice
cuando me encontraba en graves dificultades.
15 Por eso sacrifico ofrendas quemadas a ti,
lo mejor de mis carneros como aroma agradable,
y un sacrificio de toros y chivos. Interludio
16 Vengan y escuchen, todos ustedes que temen a Dios,
y les contaré lo que hizo por mí.
17 Pues clamé a él por ayuda,
lo alabé mientras hablaba.
18 Si no hubiera confesado el pecado de mi corazón,
mi Señor no me habría escuchado.
19 ¡Pero Dios escuchó!
Él prestó oídos a mi oración.
20 Alaben a Dios, quien no pasó por alto mi oración
ni me quitó su amor inagotable.
Estimado lector:
David alababa a Dios, obedeciendo Su mandato de llevar las ofrendas quemadas al altar. Una ofrenda quemada, significaba la consagración a Dios, por parte del adorador. Y David hacía generosos sacrificios de carneros, toros y chivos, para no romper sus votos.
“Lo que ha hecho por mí”: Habla de una adoración colectiva, en la que un adorador presenta sus ofrendas, y habla de un Dios, cuyo cuidado no es solo global, sino también personal.
“Iniquidad”: Cualquier pecado, especialmente la idolatría a la que los israelitas eran muy tentados y propensos.
“La oración que es ‘escuchada”: La oración del penitente, afligido y agotado por el pecado, anhelando ser liberado de él.
La última palabra de gratitud no es solo por la petición respondida, sino por lo que representa: “una relación ininterrumpida con Dios”.
David completó el silogismo de una manera inesperada, alabando la Misericordia de Dios, y colocando la corona sobre Él. Esta es su conclusión, en este y en los dos versículos anteriores.
El Espíritu Santo revela que, el hombre fue creado para alabar a Dios, quien entregó a Su Hijo Jesucristo en sacrificio vivo y sin manchas, por el recate de toda la humanidad.