2 SAMUEL 11:1-13 (SALMOS 50, 51, 44, 12)
En la primavera,[a] cuando los reyes suelen salir a la guerra, David envió a Joab y al ejército israelita para pelear contra los amonitas. Destruyeron al ejército amonita y sitiaron la ciudad de Rabá. Sin embargo, David se quedó en Jerusalén.
2 Una tarde, después del descanso de mediodía, David se levantó de la cama y subió a caminar por la azotea del palacio. Mientras miraba hacia la ciudad, vio a una mujer de belleza singular que estaba bañándose. 3 Luego envió a alguien para que averiguara quién era la mujer y le dijeron: «Es Betsabé, hija de Eliam y esposa de Urías el hitita».
4 Así que David envió mensajeros para que la trajeran y cuando llegó al palacio, se acostó con ella. Luego ella regresó a su casa. (Betsabé recién había terminado los ritos de purificación posteriores a su período menstrual). 5 Tiempo después, cuando Betsabé descubrió que estaba embarazada, le envió el siguiente mensaje a David: «Estoy embarazada».
6 Entonces David envió un mensaje a Joab: «Mándame a Urías el hitita». Así que Joab se lo envió. 7 Cuando Urías llegó, David le preguntó cómo estaban Joab y el ejército, y cómo marchaba la guerra. 8 Después le dijo a Urías: «Ve a tu casa a descansar[b]». David incluso le envió un regalo a Urías apenas este dejó el palacio. 9 Pero Urías no fue a su casa, sino que durmió esa noche a la entrada del palacio con la guardia real.
10 Al enterarse David de que Urías no había ido a su casa, lo mandó llamar y le preguntó:
—¿Qué pasa? ¿Por qué no fuiste anoche a tu casa después de haber estado fuera por tanto tiempo?
11 Urías le contestó:
—El arca y el ejército de Israel y el de Judá están viviendo en carpas,[c] y Joab y los hombres de mi señor están acampando a cielo abierto. ¿Cómo podría yo ir a casa para beber, comer y dormir con mi esposa? Juro que jamás haría semejante cosa.
12 —Está bien, quédate hoy aquí—le dijo David—y mañana puedes regresar al ejército.
Así que Urías se quedó en Jerusalén ese día y el siguiente. 13 David lo invitó a cenar y lo emborrachó. Pero aun así no logró que Urías se fuera a la casa con su esposa, sino que nuevamente se quedó a dormir a la entrada del palacio con la guardia real.
Estimado lector:
Joab y el ejército de los valientes prevalecieron sobre los sirios y los amonitas, pero no ganaron una victoria decisiva. (2 Samuel 10:6-12). La victoria decisiva vino cuando David dirigió la batalla (2 Samuel 10:17-18).
Aunque Dios le había dicho a David que debía estar en la batalla debido a su experiencia y costumbre, David decidió quedarse en Jerusalén.
El pasaje de Gálatas 5:16 dice: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Si David hubiera prestado atención a donde Dios quería que estuviera, nunca la hubiera puesto donde Dios no la quería. No habría caído en la tentación.
El verbo hebreo utilizado para “paseaba” sugiere que David caminaba de un lado a otro por el terrado. Su insomnio y su intranquilidad indicaban que no estaba en el lugar donde Dios quería que estuviera.
Ceder a la tentación, es optar por el camino más fácil. David enfrentó las mismas tentaciones que hoy en día se enfrentan. Si nos dejamos guiar por la carne, las decisiiones que se tomen nos alejarán del santo propósito de Dios.