2 SAMUEL 2:29-31 (SALMO 18)
29 Durante toda esa noche Abner y sus hombres retrocedieron por el valle del Jordán.[c] Cruzaron el río Jordán y viajaron toda la mañana[d] sin detenerse hasta llegar a Mahanaim.
30 Mientras tanto, Joab y sus hombres también regresaron a casa. Cuando Joab contó sus bajas, descubrió que solo faltaban diecinueve hombres, además de Asael. 31 Pero murieron trescientos sesenta hombres de Abner, todos de la tribu de Benjamín. 32 Joab y sus hombres llevaron el cuerpo de Asael a Belén y lo enterraron en la tumba de su padre. Luego viajaron toda la noche y llegaron a Hebrón al amanecer.
Estimado lector:
En 2 Samuel 2:17, Abner y los hombres de Israel sufrieron una grave derrota frente a los siervos de David, perdiendo 360 hombres, mientras que el ejército de David solo perdió 20. Esta diferencia resaltaba la debilidad del ejército de Is-boset y la fortaleza de David.
La decisión de Joab de aceptar la petición de Abner de cesar el fuego en la batalla de Helcat-hazurim resultó en un alto al fuego temporal, pero en realidad solo exacerbó las tensiones y prolongó la guerra. Esto ilustra la imposibilidad de reconciliar al legítimo rey David con el pretendiente al trono Is-boset.
El Salmo 18 refleja la gratitud de David hacia Dios por rescatarlo de sus enemigos, incluido Saúl. David reconoció la soberanía de Dios en su vida y le agradeció por su liberación.
La lucha interna entre el rey Jesús y el rey Yo dentro de nosotros causa una guerra larga y amarga. Muchos cristianos enfrentan una guerra civil en sus vidas, donde la carne (representando el reino del Yo) lucha contra el Espíritu (representando el reino de David). Esta lucha por mantener el control y preservar los propios deseos genera un conflicto interno.
La verdadera victoria radica en rendirse y someterse al reinado de Jesús, en lugar de aferrarse al ego y sus deseos. Solo al crucificar el Yo y permitir que Cristo reine en nuestras vidas podemos encontrar paz y victoria espiritual.