SALMOS 51:10-17
10Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio
y renueva un espíritu fiel dentro de mí.
11No me expulses de tu presencia
y no me quites tu Espíritu Santo.[d]
12Restaura en mí la alegría de tu salvación
y haz que esté dispuesto a obedecerte.
13Entonces enseñaré a los rebeldes tus caminos,
y ellos se volverán a ti.
14Perdóname por derramar sangre, oh Dios que salva;
entonces con alegría cantaré de tu perdón.
15Desata mis labios, oh Señor,
para que mi boca pueda alabarte.
16Tú no deseas sacrificios; de lo contrario, te ofrecería uno.
Tampoco quieres una ofrenda quemada.
17El sacrificio que sí deseas es un espíritu quebrantado;
tú no rechazarás un corazón arrepentido y quebrantado, oh Dios.
Estimado lector:
Esta parte del Salmo es una oración que hizo David, con un corazón arrepentido delante de Dios, y el anhelo de obtener Su perdón. Se destaca, que el salmista descubrió todo lo que perdió por causa de su pecado: el gozo de su salvación, su disposición para la obediencia, el deseo de hablarle de Dios al perdido, la alabanza permanente en su boca y, también, el llegar ante Dios con un corazón quebrantado y arrepentido.
Consciente de que solo mediante una dependencia de Dios podía recuperar todo aquello, le pidió que creara en él un corazón limpio, y renovara un espíritu fiel dentro de él.
Únicamente Jesús, es quien limpia del pecado, rescata de toda maldad y purifica, lavando con agua, mediante la Palabra.
Si un creyente vive una experiencia como la de David, no solo debe hacer parte de su oración el versículo 10 de este salmo, para que Dios cambie su naturaleza corrompida; sino que debe llegar al arrepentimiento a través del Espíritu Santo. También debe ser honesto, pidiéndole a Dios que le revele los pecados ocultos y entregándole aquellas áreas de su vida que no están obedeciéndolo, glorificándolo ni reflejando su carácter.