SALMOS 71:7-11
7 Mi vida es un ejemplo para muchos,
porque tú has sido mi fuerza y protección.
8 Por eso nunca puedo dejar de alabarte;
todo el día declaro tu gloria.
9 Y ahora, en mi vejez, no me hagas a un lado;
no me abandones cuando me faltan las fuerzas.
10 Pues mis enemigos murmuran contra mí
y juntos confabulan matarme.
11 Dicen: «Dios lo ha abandonado.
Vayamos y agarrémoslo,
porque ahora nadie lo ayudará».
Estimado lector,
Este salmo contiene la oración de un anciano que enfrenta problemas propios de su edad, así como otros problemas de la vida, y pide a Dios que lo ayude y lo libre de sus enemigos y aflicciones.
Mantener los pasos en el camino trazado por Dios desde la juventud garantiza que, incluso en la vejez, el favor de Dios siempre estará presente. Las aflicciones de la juventud y la intervención favorable de Dios en cada una de ellas fortalecen la fe, de modo que, aunque el cuerpo esté cansado y agotado por el paso de los años, se mantenga la determinación de vivir el resto de la vida con la seguridad de que Dios manifestará su poder y bondad.
Cuando las fuerzas faltan y las molestias de la vejez son más evidentes, se debe recordar la dirección de Dios en los años pasados y acudir a Él como protector, ayudador y sustentador para los últimos días de la vida. En la hora de la muerte, cuando desfallecen las fuerzas físicas, los creyentes deben saber que Él no los desamparará, sino que estará cerca para acompañarlos hasta ser llevados a su presencia celestial.