SALMOS 108:7-9
7 Por su santidad,[a] Dios ha prometido:
«Dividiré a Siquem con alegría
y mediré el valle de Sucot.
8 Galaad es mío,
y también Manasés.
Efraín, mi casco, producirá mis guerreros,
y Judá, mi cetro, producirá mis reyes.
9 Pero Moab, mi lavamanos, se convertirá en mi siervo,
y sobre Edom me limpiaré los pies,
y gritaré triunfante sobre Filistea».
Estimado lector:
David, como profeta de Dios, exaltó la grandeza y el poder del Padre, asegurando al pueblo que la palabra de victoria que profetizaba nacía directamente del santuario de Dios. El salmista estaba convencido de que, finalmente, Dios librará a su pueblo y le daría victoria sobre todos sus enemigos, y que su majestad estará siempre sobre todos los pueblos de la tierra.
David y su pueblo tenían perfectamente identificados a sus enemigos: Moab, Edom y Filistea. Estos enemigos fueron enfrentados constantemente por Israel. De hecho, este salmo de David es una recopilación o repetición de salmos que habían sido escritos en episodios anteriores.
El Señor comparó a Moab con una “vasija para lavarse”; en esos tiempos, las vasijas con agua se cambiaban constantemente, ya que en ellas quedaba toda la suciedad de las manos y del cuerpo de