UN CÁNTICO AL REY
SALMOS 45:6-9
6 Tu trono, oh Dios,[b] permanece por siempre y para siempre.
Tú gobiernas con un cetro de justicia.
7 Amas la justicia y odias la maldad.
Por eso Dios—tu Dios—te ha ungido
derramando el aceite de alegría sobre ti más que sobre cualquier otro.
8 Mirra, áloe y casia perfuman tu manto;
en palacios de marfil, la música de cuerdas te entretiene.
9 Hijas de reyes hay entre las mujeres de tu corte;
a tu derecha está la reina,
¡lleva joyas del oro más fino de Ofir!
Estimado lector:
El trono de este Rey Todopoderoso está establecido para siempre. Mientras el Espíritu Santo guía al pueblo de Cristo a mirar Su Trono, les enseña a ver la maldad del pecado y la belleza de la santidad, para que ninguno siga pecando.
El Mediador es Dios Padre, y le ha dado sin medida el Espíritu Santo. Cristo ha sido Ungido para ser Profeta, Sacerdote y Rey, y tiene la preeminencia de los dones y la Gracia del Espíritu, que alegran. Y, desde Su plenitud, los comunica a Sus hermanos de naturaleza humana.
El Espíritu es llamado óleo de gozo por la delicia con que fue lleno Cristo. La salvación de los pecadores es el gozo del Hijo y de los ángeles.
Y en la medida en que el creyente se conforma a Su santa imagen, tiene la influencia del Consolador.
Las excelencias del Mesías, la propiedad de Sus
oficios y la suficiencia de Su Gracia, son notorias en la fragancia de Sus vestiduras.
La Iglesia formada por creyentes verdaderos, se compara aquí con el lino fino, por su pureza; con el oro, por su costo. Y le debe la Redención y el ornato, a la sangre preciosa del Hijo de Dios.
Cuando se colocan cánticos de alabanzas a Dios, se recibe la paz que sobrepasa todo entendimiento, un gozo sobrenatural y la transformación del carácter, a través del Espíritu Santo, que lleva al creyente a parecerse más a Jesús.