SALMOS 88:1-9
Oh Señor, Dios de mi salvación,
a ti clamo de día.
A ti vengo de noche.
2 Oye ahora mi oración;
escucha mi clamor.
3 Mi vida está llena de dificultades,
y la muerte[b] se acerca.
4 Estoy como muerto,
como un hombre vigoroso al que no le quedan fuerzas.
5 Me han dejado entre los muertos,
y estoy tendido como un cadáver en la tumba.
Soy olvidado,
estoy separado de tu cuidado.
6 Me arrojaste a la fosa más honda,
a las profundidades más oscuras.
7 Tu ira me oprime;
con una ola tras otra me has cercado. Interludio
8 Alejaste a mis amigos
al hacerme repulsivo para ellos.
Estoy atrapado y no hay forma de escapar.
9 Los ojos se me cegaron de tantas lágrimas.
Cada día suplico tu ayuda, oh Señor;
levanto a ti mis manos para pedir misericordia.
¿ANGUSTIA? ¡CLAMA A DIOS, ÉL RESPONDE!
Varias veces se menciona en la Biblia el nombre de Hemán. Y aunque se desconoce si se trata del mismo hombre, se le atribuye este Salmo a Hemán el Ezraíta, posiblemente hijo de Joel y nieto del profeta Samuel.
Se le describe como vidente y músico. Tuvo 14 hijos y 3 hijas (1 Crónicas 25:5-6). Todos ellos, conformaron una banda con sus dotes musicales en voces e instrumentos, para los cultos públicos, bajo el gobierno de David.
Este es el salmo de un afligido con mucho lamento. Podría decirse que, es el salmo más triste de todos, debido a que su autor estaba en crisis por padecer una grave enfermedad (posiblemente, lepra), porque menciona que le era repulsivo a sus amigos.
Al comienzo, denota clamor y urgencia; luego, describe su enfermedad y su angustia. Pero, en los versículos 1 y 2, habla de que clama al Dios de su salvación, de día y de noche. En el versículo 9, suplica la ayuda del Señor y levanta sus manos para implorar Su misericordia. CLARAMENTE VALORA su fe en Dios y su relación personal con Él.
Esto, DEBE hacer TODO creyente, por más difícil que sean los días por los que pase.