12 Pero ahora, ¿por qué has derribado nuestras murallas
de modo que todos los que pasan pueden robarse nuestros frutos?
13 Los jabalíes del bosque los devoran,
y los animales salvajes se alimentan de ellos.
14 Te suplicamos que regreses, oh Dios de los Ejércitos Celestiales.
Observa desde los cielos y mira nuestro aprieto.
Cuida de esta vid
15 que tú mismo plantaste,
este hijo que criaste para ti.
16 Somos cortados y quemados por nuestros enemigos;
que perezcan al ver tu ceño fruncido.
17 Fortalece al hombre que amas,
al hijo que elegiste.
18 Entonces jamás volveremos a abandonarte.
Revívenos para que podamos invocar tu nombre una vez más.
19 Haznos volver a ti, oh Señor Dios de los Ejércitos Celestiales;
haz que tu rostro brille sobre nosotros.
Solo entonces seremos salvos.
EN CRISTO VERDADERAMENTE HAY RESTAURACIÓN
Estimado lector:
Este pasaje muestra que el desastre había caído sobre las tribus del norte, Efraín, Benjamín y Manasés, el antiguo “campamento de Efraín” (Números 2:18). Por eso, Asaf oraba en nombre de la nación con una súplica ferviente, rogando a Dios que regresara a ellos, que mirara la grandeza de su necesidad comparada con la destrucción que produce un animal salvaje en los cultivos frutales y que visitara esta vid que Él mismo había plantado.
En este contexto, Asaf sabía que la nación necesitaba liderazgo. Le pidió a Dios que estuviera con un hombre en particular y que lo bendijera. Con la expresión del verso 17 “Fortalece al hombre que amas, al hijo que elegiste”, Asaf quizás pensó primero en el actual rey de Israel; pero, en última instancia, el Varón Amado, el Hijo Elegido de Dios, es Jesucristo. En la fortaleza de este Hijo del Hombre, el pueblo de Dios sería restaurado a la fidelidad. Serían vueltos a la vida y una vez más invocarían Su nombre.
Tanto para Israel en ese tiempo como para la Iglesia en la actualidad, esta oración ferviente ya ha sido respondida en Cristo Jesús. En Él, los creyentes pueden ser verdaderamente restaurados a Dios; en Él, la iglesia puede ser realmente redim