SALMOS 102:23-28
23 En la mitad de mi vida, me quebró las fuerzas,
y así acortó mis días.
24 Pero clamé a él: «Oh mi Dios, el que vive para siempre,
¡no me quites la vida en la flor de mi juventud!
25 Hace mucho tiempo echaste los cimientos de la tierra
y con tus manos formaste los cielos.
26 Ellos dejarán de existir, pero tú permaneces para siempre;
se desgastarán como ropa vieja.
Tú los cambiarás
y los desecharás como si fueran ropa.
27 Pero tú siempre eres el mismo;
tú vivirás para siempre.
28 Los hijos de tu pueblo
vivirán seguros;
los hijos de sus hijos
prosperarán en tu presencia».
Estimado lector:
De acuerdo con la realidad que vivía, David se expuso ante Dios en su condición de debilidad, sin fuerza y moribundo. Sin embargo, lo hizo para comparar su frágil condición humana con el Poder y la eternidad del Señor.
Él reconocía que, mientras sus días se acortaban, el Dios que fundó la tierra, seguía y sigue siendo Eterno. De hecho, hablando de Jesucristo, el autor de la carta a los Hebreos, citó el salmo 102 (Heb 1:10-12), para afirmar que Jesucristo es Dios eterno; y, por tanto, un Dios Poderoso y totalmente Confiable.
Cuando llegan los problemas y las aflicciones, es necesario orar a Dios, recordando Sus atributos eternos; porque es en la estabilidad del carácter de Dios, donde el corazón puede ser apaciguado y estabilizado, sobre todo en el dolor e incertidumbre. Y Gloria a Dios, porque en el carácter eterno del Señor y Salvador Jesucristo, se encuentra la firmeza que requiere el corazón del hombre.