SALMOS 69:13-15
13 Pero sigo orando a ti, Señor,
con la esperanza de que esta vez me muestres tu favor.
En tu amor inagotable, oh Dios,
responde a mi oración con tu salvación segura.
14 Rescátame del lodo;
¡no dejes que me hunda aún más!
Sálvame de aquellos que me odian
y sácame de estas aguas profundas.
15 No permitas que el torrente me cubra,
ni que las aguas profundas me traguen,
ni que el foso de la muerte me devore.
Estimado lector,
Algunos estudiosos de la Palabra hablan acerca de este salmo y expresan que en ningún otro se muestra un dolor tan profundo e intenso. El salmista se desbordó en un sentimiento de dolor terrible que lo consumía debido a la sensación de abandono.
Sin embargo, a pesar de esta situación desesperante, David confió plenamente en Dios. Habló de su inagotable amor, su gran bondad y su verdad, siendo esta la base doctrinal de la oración; el creyente pide y confía porque sabe quién es Dios (Jeremías 33:3).
En el salmo se pueden observar metáforas de aguas torrenciales e inundaciones, que tratan de representar, mediante imágenes de grandes catástrofes naturales, el estado del alma del salmista. A pesar de ello, emitió un grito singular pidiendo ayuda, convirtiéndolo en una apelación sostenida, empezando con el favor de Dios (aceptación), el inagotable amor (incondicional, inmutable) y la verdad de la salvación (propósito de Dios).
Los creyentes no están exentos ni blindados de pasar por adversidades y pruebas. Cualesquiera que sean las aguas profundas de aflicción o tentación en las que sientan que se hunden, cualquier inundación de problemas o enemigos que parezcan estar listos para abrumarlos, al igual que David, deben perseverar en la oración a nuestro Señor para salvación.