PERMITAMOS QUE DIOS OBRE
SALMOS 46:8-11
8 Vengan, vean las obras gloriosas del Señor:
miren cómo trae destrucción sobre el mundo.
9 Él hace cesar las guerras en toda la tierra;
quiebra el arco y rompe la lanza
y quema con fuego los escudos.
10 «¡Quédense quietos y sepan que yo soy Dios!
Toda nación me honrará.
Seré honrado en el mundo entero».
11 El Señor de los Ejércitos Celestiales está entre nosotros;
el Dios de Israel es nuestra fortaleza.
Estimado lector:
Algunos eruditos y estudiosos de la Palabra coinciden en que la expresión “Vengan, vean…” suena más como una invitación a inspeccionar una victoria verdadera de Dios. En este caso, un suceso como la victoria del Señor sobre Senaquerib (Isaías 36 y 37) provee un excelente marco para ilustrar las palabras de este pasaje: todas las naciones del Imperio Asirio se lanzaron contra Sion y fueron derrotadas por el poder del Señor de los Ejércitos Celestiales.
Dios se ha encargado eficazmente de la amenaza, la guerra ha terminado, y los medios para comenzar otra guerra (arcos, lanzas y escudos) han sido destruidos. La voz de Aquel que todo lo domina ahora manda descansar y ofrece palabras tranquilizadoras.
“Quédense quietos” se puede interpretar como “quédense tranquilos”. No significa que el creyente deba detener sus actividades y permanecer en un solo lugar; el verdadero sentido de la orden de Dios es que se reconozca Su gloria y Su grandeza.
Actualmente, la vida del país rara vez se ve amenazada cuando reinos humanos impíos se mueven; sin embargo, nunca se debe olvidar que hay batallas espirituales y que las tinieblas se levantan contra la iglesia. Es en estos momentos cuando las misericordias de Dios son tan grandes rodeando a Su pueblo, haciendo su camino menos turbulento. Así que “quédense quietos” es una exhortación necesaria para el tiempo de hoy; Dios es exaltado cuando se le permite obrar.