SALMOS 55:9-15
9Confúndelos, Señor, y frustra sus planes,
porque veo violencia y conflicto en la ciudad.
10Día y noche patrullan sus murallas para cuidarla de invasores,
pero el verdadero peligro es la maldad que hay dentro de la ciudad.
11Todo se viene abajo;
las amenazas y el engaño abundan por las calles.
12No es un enemigo el que me hostiga;
eso podría soportarlo.
No son mis adversarios los que me insultan con tanta arrogancia;
de ellos habría podido esconderme.
13En cambio, eres tú, mi par,
mi compañero y amigo íntimo.
14¡Cuánto compañerismo disfrutábamos
cuando caminábamos juntos hacia la casa de Dios!
15Que la muerte aceche a mis enemigos;
que la tumba[b] se los trague vivos,
porque la maldad habita en ellos.
Estimado lector:
Cristo fue traicionado por un compañero, un discípulo, un apóstol, que se parecía a Ahitofel en sus crímenes y perdición. Ambos fueron rápidamente superados por la venganza divina.
Esta oración, es una profecía de la ruina eterna de todos los que se oponen y se rebelan contra el Mesías. La repetida referencia al discurso de sus enemigos (versículos 3, 9, 11 y 12), hablaba de una especie de ataque susurrante contra David, lo suficientemente grave como para poner en peligro su vida.
El salmista oró, para que Dios dividiera a los que hablaban mal de él. Sentía que, la deserción de su falso amigo era el peor golpe de todos. Esta declaración notablemente fuerte de David muestra cuán peligroso era aquel hombre para la paz del pueblo de Dios, y cuán profundamente había herido a David.
Era una oración fuerte, pero que dejaba la venganza a Dios, ya que David se negó a vengarse él mismo. El creyente debería preguntarse, si sus enemigos han ayudado en su crecimiento espiritual.