SALMOS 114:1-2
Cuando los israelitas escaparon de Egipto
—cuando la familia de Jacob dejó esa tierra extranjera—,
2 la tierra de Judá se convirtió en el santuario de Dios,
e Israel llegó a ser su reino.
Estimado lector:
El Salmo 114 es un canto de victoria y alabanza a Dios, tradicionalmente entonado por el pueblo de Israel durante la celebración de la Pascua, conocido como el Hallel egipcio.
Este salmo conmemora la liberación de Israel de la opresión y esclavitud en Egipto, un evento que, en el contexto del antiguo pacto, simboliza la intervención poderosa de Dios a favor de su pueblo. En el nuevo pacto, esta liberación se interpreta como un reflejo de la redención de los pecados y de la muerte eterna a través de Jesucristo, gracias a su sacrificio en la cruz y su victoria sobre la tumba vacía.
Aunque la casa de Jacob, es decir, Israel, habitó en Egipto durante cuatrocientos años, este nunca fue su hogar definitivo. De manera similar, aunque los creyentes redimidos por Jesús viven en este mundo, este no es el destino final que Dios ha preparado para ellos.
En el salmo, Dios establece como su santuario y reino a la tribu de Judá, una representación de Su presencia y dominio. Hoy, cualquier lugar donde Dios habita se convierte en Su santuario, y Su deseo es establecer Su reino en cada corazón dispuesto.