SALMOS 41:1-9
1 ¡Oh, alegrías de los que son bondadosos con los pobres!
El Señor los rescata cuando están en problemas.
2 El Señor los protege
y los mantiene vivos.
Él les da prosperidad en la tierra.
y los rescata de sus enemigos.
3 El Señor los cuida cuando están enfermos
y les devuelve la salud.
4 “Oh Señor”, oré, “ten piedad de mí.
Sáname, porque he pecado contra ti”.
5 Pero mis enemigos sólo dicen cosas malas de mí.
“¿Cuándo morirá y será olvidado?” ellos preguntan.
6 Me visitan como si fueran mis amigos,
pero mientras tanto acumulan chismes,
y cuando se van, lo esparcen por todas partes.
7 Todos los que me odian murmuran sobre mí,
imaginando lo peor.
8 “Tiene alguna enfermedad mortal”, dicen.
“¡Nunca saldrá de esa cama!”
9 Incluso mi mejor amigo, en quien confiaba completamente,
el que compartió mi comida, se ha vuelto contra mí.
Estimado lector:
En este pasaje, la palabra traducida como “pobre”, aunque puede incluir la pobreza económica, tiene la idea de alguien débil o indefenso. David describe las bendiciones que reciben el hombre o la mujer justos por su generosidad hacia el pobre.
El pecado es como una enfermedad en el pecador y es ofensivo a Dios. David sabía eso, y aunque había hecho mucho bien, era consciente de que sus buenas obras no borraban sus pecados. Él comprendía que sus pecados estaban dirigidos contra Dios y que lo convertían en una persona enferma o herida que necesitaba sanar su alma. Su cuerpo estaba enfermo, pero lo más grave era su enfermedad del alma.
El salmista describe a los amigos traidores y señala que su marca era la falsa piedad, el chisme y la murmuración. El Espíritu Santo, que las dictaba, miró más allá en ellas, en Cristo y Judas: “El que mete la mano conmigo en el plato es el que me va a traicionar”, respondió Jesús (Mateo 26:23).
Nada debería ser más angustiante para el verdadero creyente que el temor de no agradar a Dios y el pecado en su corazón. El pecado es la enfermedad del alma, pero el arrepentimiento, la misericordia de Dios, creer en Jesús y renovar la gracia lo curan, y para esta sanidad espiritual se debe ser más sincero que para la salud corporal.