SALMOS 111:1-3
¡Alabado sea el Señor!
Daré gracias al Señor con todo mi corazón
al reunirme con su pueblo justo.
2 ¡Qué asombrosas son las obras del Señor!
Todos los que se deleitan en él deberían considerarlas.
3 Todo lo que él hace revela su gloria y majestad;
su justicia nunca falla.
Estimado lector:
La alabanza del creyente puede inspirar a otros a alabar también al Señor. Para que otros lo amen y lo alaben, el creyente debe, en primer lugar, amar y alabar al Señor con todo su corazón. Asimismo, si desea que otros le sirvan, debe servir a Dios de forma prioritaria.
El salmista no alaba a Dios en soledad ni exclusivamente en privado; afirma que lo hace tanto en la compañía (un grupo íntimo, seleccionado) como en la congregación (la reunión del pueblo de Dios).
Aunque se debe alabar al Señor por Su naturaleza, es importante, especialmente para quienes buscan acercarse a Él, que sean también alabadas Sus obras, desde la creación del universo y del hombre hasta los detalles más simples que observamos.
La intervención de Dios en la vida de cada uno de Sus hijos es gloriosa y hermosa, realizada siempre con justicia. Cuando las cosas no marchan bien, es fácil pensar que Dios ha sido injusto; sin embargo, el salmista reconoce que Dios siempre obra con rectitud. A lo largo del Salmo se repiten las palabras “para siempre” y “eternamente,” destacando la permanencia del amor y el cuidad