SALMOS 75:6-10
6 Pues nadie en la tierra—del oriente ni del occidente,
ni siquiera del desierto—
debería alzar[a] un puño desafiante.
7 Dios es el único que juzga;
él decide quién se levantará y quién caerá.
8 Pues el Señor sostiene una copa en la mano,
llena de vino espumoso mezclado con especias.
Él derrama el vino en señal de juicio,
y todos los malvados lo beberán
hasta la última gota.
9 En cuanto a mí, siempre proclamaré lo que Dios ha hecho;
cantaré alabanzas al Dios de Jacob.
10 Pues Dios dice: «Quebraré la fuerza de los malvados,
pero aumentaré el poder de los justos».
Estimado Lector:
Este Salmo de Asaf exalta la soberanía y la justicia de Dios. Se sugiere que probablemente pertenece al mismo período de la invasión asiria (Isaías 36-37).
Este pasaje bíblico ofrece una lección objetiva para todos los soberbios que se enorgullecen de su propio poder y consideran su éxito como resultado de pertenecer o liderar imperios con vastas extensiones de tierra y grandes riquezas (v. 6). El Señor, a través del salmista, enseña que el progreso no se logra por méritos propios, sino como un don de Dios; que el Señor evalúa el éxito no por la posesión ni el lugar de pertenencia, sino por la sumisión y la obediencia al plan eterno de Dios; que Él es quien juzga a justos y malvados, garantizando justicia y juicio que para algunos serán amargos y para otros dulces según sus acciones.
Al igual que Asaf, el creyente debe glorificar continuamente a Dios con testimonios de lo que Él ha hecho y con alabanzas; no debe temer el juicio de Dios porque sus juicios son justos. Debe pedir a Dios que lo ayude a ser parte de aquellos que están dispuestos a compartir la eternidad con Él.