SALMOS 109:14-20
14 Que el Señor jamás olvide los pecados de su padre;
que los pecados de su madre nunca se borren de los registros.
15 Que el Señor siempre recuerde estos pecados,
y que su nombre desaparezca de la memoria humana.
16 Pues rehusó mostrar bondad a los demás;
persiguió al pobre y al necesitado,
y acosó hasta la muerte a los de corazón quebrantado.
17 Le encantaba maldecir a otros;
ahora, maldícelo tú a él.
Jamás bendijo a nadie;
ahora, no lo bendigas a él.
18 Maldecir le resulta tan natural como la ropa que usa,
o el agua que bebe
o los alimentos deliciosos que come.
19 Ahora, que sus maldiciones se vuelvan en su contra y se le peguen como la ropa;
que le aprieten como un cinturón».
20 Que esas maldiciones sean el castigo del Señor
para los acusadores que hablan mal de mí.
Estimado lector:
La gran diferencia entre los hijos del mundo y los hijos de Dios radica en que los pecados del mundo los darán a conocer por el rastro oscuro que los identifica, pues sus pecados no han sido borrados. En cambio, a sus hijos, Jehová ilumina sus vidas con la presencia de Su Espíritu Santo, sin dejar huella alguna debido al perdón y al olvido de Ab