¿ERES RICO O POBRE?
SALMOS 49:10-15
10 Los sabios finalmente tendrán que morir,
al igual que los necios y los insensatos,
y dejarán toda su riqueza atrás.
11 La tumba[b] es su hogar eterno,
donde permanecerán para siempre.
Podrán ponerle su propio nombre a sus propiedades,
12 pero su fama no durará.
Morirán, al igual que los animales.
13 Ese es el destino de los necios,
aunque sean recordados como si hubieran sido sabios.[c] Interludio
14 Como ovejas, son llevados a la tumba,[d]
donde la muerte será su pastor.
Por la mañana, los justos gobernarán sobre ellos.
Sus cuerpos se pudrirán en la tumba,
lejos de sus grandiosas propiedades.
15 Pero en mi caso, Dios redimirá mi vida;
me arrebatará del poder de la tumba.
Estimado lector:
Confiar en las riquezas como en todos aquellos deleites que ofrece esta tierra es el desacierto más grande que el ser humano puede tener. El que vive bajo esta perspectiva quizás pueda comprar y llegar a poseer muchas cosas, pero nunca: LA SALVACIÓN, LA VIDA ETERNA (Lucas 18: 24 – 25).
La eternidad está dada para TODOS LOS QUE HAN ACEPTADO LA REDENCIÓN DEL SEÑOR.
Para destacar lo efímero que son las riquezas y el dinero, el salmista de una manera cruda destaca que la muerte del hombre por más dinero o posesiones que tenga morirá tal y como mueren las bestias.
Las riquezas, muchas veces, son un obstáculo para la salvación y el discipulado. Dan una falsa sensación de seguridad, engañan y exigen la absoluta lealtad del corazón. La acumulación egoísta de posesiones materiales es una señal de que ya no se considera la vida desde el punto de vista de la eternidad. En otras palabras, la ambición de riquezas trae consigo la semilla de la separación total de Dios.
Los creyentes que tienen riquezas no deben considerarse ricos, sino administradores de lo que es de Dios siendo generosos y listos para compartir y abundar en buenas obras.