¡EL DESIERTO TIENE OTRA CARA!

Jul 23, 2024

SALMOS 78:40-55

40 Oh, cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto
    y entristecieron su corazón en esa tierra seca y baldía.
41 Una y otra vez pusieron a prueba la paciencia de Dios
    y provocaron al Santo de Israel.
42 No se acordaron de su poder
    ni de cómo los rescató de sus enemigos.
43 No recordaron las señales milagrosas que hizo en Egipto
    ni sus maravillas en la llanura de Zoán.
44 Pues él convirtió los ríos en sangre,
    para que nadie pudiera beber de los arroyos.
45 Envió grandes enjambres de moscas para que los consumieran
    y miles de ranas para que los arruinaran.
46 Les dio sus cultivos a las orugas;
    las langostas consumieron sus cosechas.
47 Destruyó sus vides con granizo
    y destrozó sus higueras con aguanieve.
48 Dejó su ganado a merced del granizo,
    sus animales, abandonados a los rayos.
49 Desató sobre ellos su ira feroz,
    toda su furia, su enojo y hostilidad.
Envió contra ellos
    a un grupo de ángeles destructores.
50 Se enfureció contra ellos;
    no perdonó la vida de los egipcios,
    sino que los devastó con plagas.
51 Mató al hijo mayor de cada familia egipcia,
    la flor de la juventud en toda la tierra de Egipto.[c]
52 Pero guio a su propio pueblo como a un rebaño de ovejas;
    los condujo a salvo a través del desierto.
53 Los protegió para que no tuvieran temor;
    en cambio, sus enemigos quedaron cubiertos por el mar.
54 Los llevó a la frontera de la tierra santa,
    a la tierra de colinas que había conquistado para ellos.
55 A su paso expulsó a las naciones de esa tierra,
    la cual repartió por sorteo a su pueblo como herencia
    y estableció a las tribus de Israel en sus hogares.

Estimado Lector:

Asaf, autor de varios salmos, incluyendo este, trata de mostrar a los hijos de Dios de su época cómo Dios obró con sus antepasados y las maravillas y hazañas sobrenaturales que realizó para cuidar de los suyos. Todo esto con el fin de dirigir la mirada hacia donde realmente debe estar y aumentar la confianza del pueblo, basada no en fábulas, sino en las realidades del Dios vivo y eterno.

Este contraste entre un Dios triste y el hombre que olvida Sus obras es un combate donde la paciencia y el amor de Dios resultan victoriosos. Finalmente, Dios cede ante la promesa hecha a Abraham y guía a los suyos, proveyéndoles y cuidándolos, hasta que ciertamente disfrutaron de la leche y la miel de la tierra que Él mismo había prometido.

El creyente de hoy no debe rebelarse en sus desiertos, ni poner a prueba la paciencia de Dios, y mucho menos olvidar lo que Él ha hecho en esos mismos desiertos para su crecimiento personal y para pulir su carácter. Al final, Su