DIOS PROVEE LO NECESARIO PARA LEVANTAR AL CAÍDO

Mar 5, 2024

SALMOS 51:1-6

Ten misericordia de mí, oh Dios,
    debido a tu amor inagotable;
a causa de tu gran compasión,
    borra la mancha de mis pecados.
2Lávame de la culpa hasta que quede limpio
    y purifícame de mis pecados.
3Pues reconozco mis rebeliones;
    día y noche me persiguen.
4Contra ti y solo contra ti he pecado;
    he hecho lo que es malo ante tus ojos.
Quedará demostrado que tienes razón en lo que dices
    y que tu juicio contra mí es justo.[a]
5Pues soy pecador de nacimiento,
    así es, desde el momento en que me concibió mi madre.
6Pero tú deseas honradez desde el vientre[b]
    y aun allí me enseñas sabiduría.

Estimado lector:

En este salmo se ve reflejado a David: aquel hombre que se encuentra descrito en la biblia como “un Hombre conforme al Corazón de Dios”.  Un hombre que amaba a Dios con todo su corazón, y que, sin embargo; también fue atrapado por la sutileza y la dulzura del pecado, que fue seducido por lo atractivo que muchas veces parece ante los ojos el pecado.

David había caído sumamente bajo; el diablo lo había enredado de tal manera que lo que comenzó en el balcón de su palacio terminó en un despiadado asesinato. Además, hizo todo lo necesario para encubrir su maldad. Sin embargo, aunque en su genuino arrepentimiento reconoció que el pecado estaba arraigado dentro de él, Dios aún quería trabajar profundamente en él. Dios buscaba una transformación en David hasta lo más íntimo, en lo secreto, donde podría conocer la sabiduría. David no clamaba por una reforma superficial, sino por algo mucho más profundo.

Mientras más clara es la visión que se tiene de la magnitud del pecado, mayor es también la necesidad de experimentar la plenitud de la oferta divina del perdón. El arrepentimiento lleva a entender el pecado de tal forma que se ve el proceder como lo que en verdad es: una ofensa abierta contra el mismo Dios. Sin embargo, Cristo es la provisión diaria de perdón. Él ha pagado la cuenta por todos los pecados, por lo tanto, es posible alcanzar el perdón mediante el oportuno arrepentimiento.