SALMOS 51:7-9
7Purifícame de mis pecados,[c] y quedaré limpio;
lávame, y quedaré más blanco que la nieve.
8Devuélveme la alegría;
deja que me goce
ahora que me has quebrantado.
9No sigas mirando mis pecados;
quita la mancha de mi culpa.
Estimado lector:
El salmista pidió: limpieza, restauración, que Dios olvidara sus pecados, cambiara su vida, comunión constante con Dios y gozo. Esto, debido al llamado de atención de Natán, por su adulterio con Betsabé, y por disponer la muerte de Urías en el campo de batalla (2 Samuel 12:1-18).
David usó la palabra “chattath” para “purifícame” (“quita el pecado” de mí). Sabía que necesitaba de Dios, para ser purificado, porque Su limpieza es efectiva y restauradora.
Esa obra de limpieza espiritual y moral se relaciona con el sacrificio expiatorio de un sustituto: La obra redentora de Cristo en la cruz. Era la voz de la fe.
El pecador convencido, debe creer que Dios hará una limpieza completa. David sentía quebrantamiento, bajo la convicción del Espíritu Santo (Juan 16:7-11); y oraba para que esto le condujera a regocijarse en su quebranto.
Los que han sido creyentes por muchos años, a veces olvidan la angustia e inseguridad de otros. El creyente cuando peca sufre falta de comunión con Dios; y el salmista lo expresó como un quebrantamiento, pidiendo que Dios borrara sus maldades.
Es terrible ser confrontado por el pecado. Dios quiere que, sea preludio de alegría. Su meta, es la restauración del gozo.