2 SAMUEL 2:1-7 (SALMO 15)
Después de esto, David le preguntó al Señor:
—¿Debo regresar a alguna de las ciudades de Judá?
—Sí—respondió el Señor.
—¿A qué ciudad debo ir?—preguntó David.
—A Hebrón—contestó el Señor.
2 Las dos esposas de David eran Ahinoam de Jezreel y Abigail, la viuda de Nabal de Carmelo. David, sus esposas 3 y los hombres de David junto con sus familias se mudaron a Judá, y se establecieron en las aldeas cercanas a Hebrón. 4 Después llegaron los hombres de Judá y ungieron a David rey del pueblo de Judá.
Cuando David se enteró de que los hombres de Jabes de Galaad habían enterrado a Saúl, 5 les envió el siguiente mensaje: «Que el Señor los bendiga por haber sido tan leales a su señor Saúl y por haberle dado un entierro digno. 6 ¡Que el Señor, a cambio, sea leal a ustedes y los recompense con su amor inagotable! Yo también los recompensaré por lo que han hecho. 7 Ahora que Saúl ha muerto, les pido que sean mis súbditos valientes y leales, igual que el pueblo de Judá, que me ha ungido como su nuevo rey».
Estimado lector:
En esta porción bíblica, David demuestra varias lecciones importantes. Primero, aprende la importancia de consultar la voluntad de Dios en cada paso de su vida, incluso cuando parece no haber obstáculos aparentes. Aunque ya había sido ungido como rey, David sigue buscando la guía divina. Esta actitud refleja su confianza en Dios y su reconocimiento de que la dirección de Dios es fundamental para su vida.
Además, David muestra prudencia al no jactarse de su posición y al actuar con humildad y lealtad hacia aquellos que fueron ungidos por Dios. Su carácter íntegro y su corazón puro se reflejan en su respeto por el legítimo rey y su mejor amigo, como se ve en su honra a quienes le dieron sepultura.
Estas lecciones se relacionan con el Salmo 15, donde se destaca la importancia de un carácter íntegro y un corazón puro para aquellos que buscan residir en la presencia de Dios. Aunque otros podrían considerar que sus acciones demuestran debilidad, David prioriza el deseo de Dios sobre la opinión del mundo, lo que refuerza su conexión con Dios y le permite habitar en su presencia.