2 SAMUEL 11:14-21 (SALMOS 19, 52, 39)
14 Entonces, a la mañana siguiente, David escribió una carta a Joab y se la dio a Urías para que se la entregara. 15 La carta le daba las siguientes instrucciones a Joab: «Pon a Urías en las líneas del frente, donde la batalla sea más violenta. Luego retrocedan, para que lo maten». 16 Así que Joab asignó a Urías a un lugar cerca de la muralla de la ciudad donde sabía que peleaban los hombres más fuertes del enemigo. 17 Y cuando los soldados enemigos salieron de la ciudad para pelear, Urías el hitita murió junto con varios soldados israelitas.
18 Luego Joab envió a David un informe de la batalla. 19 Le dijo a su mensajero: «Informa al rey todas las novedades de la batalla. 20 Pero tal vez se enoje y pregunte: “¿Por qué las tropas se acercaron tanto a la ciudad? ¿Acaso no sabían que dispararían desde la muralla? 21 ¿No fue Abimelec, hijo de Gedeón,[d] muerto en Tebes por una mujer que le tiró una piedra de molino desde la muralla? ¿Por qué se acercaron tanto a la muralla?”. Entonces dile: “Murió también Urías el hitita”».
Estimado lector
Qué bajo puede caer un hijo de Dios cuando dirige su mirada donde no debería. 2 Samuel 11 narra cómo un hombre justo y piadoso no solo cometió adulterio, sino que incluso ordenó un asesinato para encubrir su pecado. Episodios como este pueden escandalizar al lector y parecer un drama ajeno, pero cuando alguien se ve directamente afectado, las pasiones pueden tomar el control hasta extremos que, en circunstancias normales, rechazaríamos absolutamente. A veces, no podemos predecir cómo reaccionaremos ante personas que amenacen nuestra seguridad o posición social.
Cuando el pecado contamina el corazón del creyente, puede llevarlo a cometer actos peores que los de un incrédulo. David cedió a sus deseos sensuales durante años, ignorando las advertencias de Dios y las vías de escape. Permitió que la tentación se convirtiera en lujuria y la lujuria en adulterio. Cuando las consecuencias de su adulterio amenazaron con exponer su pecado, lo cubrió primero con engaño y luego con asesinato. Satanás lo engañó paso a paso.
Solo el Espíritu de Dios puede regenerar esta naturaleza humana. Cuando una persona se abre a la gracia de Dios para recibir la salvación que Él ofrece, se produce una transformación en su vida.