SALMOS 74:1-11
Oh Dios, ¿por qué nos has rechazado tanto tiempo?
¿Por qué es tan intensa tu ira contra las ovejas de tu propia manada?
2 Recuerda que somos el pueblo que elegiste hace tanto tiempo,
¡la tribu a la cual redimiste como tu posesión más preciada!
Y acuérdate de Jerusalén,[b] tu hogar aquí en la tierra.
3 Camina por las espantosas ruinas de la ciudad;
mira cómo el enemigo ha destruido tu santuario.
4 Allí tus enemigos dieron gritos victoriosos de guerra;
allí levantaron sus estandartes de batalla.
5 Blandieron sus hachas
como leñadores en el bosque.
6 Con hachas y picos,
destrozaron los paneles tallados.
7 Redujeron tu santuario a cenizas;
profanaron el lugar que lleva tu nombre.
8 Luego pensaron: «¡Destruyamos todo!».
Entonces quemaron por completo todos los lugares de adoración a Dios.
9 Ya no vemos tus señales milagrosas;
ya no hay más profetas,
y nadie puede decirnos cuándo acabará todo esto.
10 ¿Hasta cuándo, oh Dios, dejarás que tus enemigos te insulten?
¿Permitirás que deshonren tu nombre para siempre?
11 ¿Por qué contienes tu fuerte brazo derecho?
Descarga tu poderoso puño y destrúyelos.
Estimado Lector:
Esta es una carta de angustia, sufrimiento y súplica al Dios Todopoderoso por parte del pueblo de Israel que se sentía oprimido por sus enemigos. La pregunta “¿Por qué, oh Dios, nos has rechazado tanto tiempo?” indica que el pueblo estaba pasando por momentos muy difíciles en los que sentían que estaban entre la espada y la pared, y que su Dios, en quien tanto confiaban, los había abandonado.
El salmista interpretó el clamor del pueblo y demostró que los habitantes reconocían el poderío y las grandezas del Dios que los había liberado de su cautividad en Egipto, el mismo que había usado a Moisés para dirigirlos a una nueva tierra, dividiendo el mar en el proceso y dándoles de comer maná del cielo. Sin embargo, justo ahora sentían que no estaba con ellos (eso creían).
El texto es una apelación a Jehová para que les ayude a derrotar a sus enemigos, reconociendo que solo Él puede ayudarles, ya que solo Él tiene el control de todas las cosas, incluyendo las guerras y el corazón de los angustiadores de su pueblo.
Si un creyente siente que las cosas no le están saliendo tan bien como espera, solo debe pedir a Dios de corazón, como dice la palabra: “Pedid y se os dará”. Tampoco debe olvidar agradecer después de que el Señor le cumpla su petición.