¿CUÁL ES TU CRISIS HOY?… ORA

Apr 23, 2025

SALMOS 143:1-12


Oh Jehová, oye mi oración, escucha mis ruegos;

Respóndeme por tu verdad, por tu justicia.

Y no entres en juicio con tu siervo;

Porque no se justificará delante de ti ningún ser humano.

Porque ha perseguido el enemigo mi alma;

Ha postrado en tierra mi vida;

Me ha hecho habitar en tinieblas como los ya muertos.

Y mi espíritu se angustió dentro de mí;

Está desolado mi corazón.

Me acordé de los días antiguos;

Meditaba en todas tus obras;

Reflexionaba en las obras de tus manos.

Extendí mis manos a ti,

Mi alma a ti como la tierra sedienta. Selah

Respóndeme pronto, oh Jehová, porque desmaya mi espíritu;

No escondas de mí tu rostro,

No venga yo a ser semejante a los que descienden a la sepultura.

Hazme oír por la mañana tu misericordia,

Porque en ti he confiado;

Hazme saber el camino por donde ande,

Porque a ti he elevado mi alma.

Líbrame de mis enemigos, oh Jehová;

En ti me refugio.

10 Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios;

Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud.

11 Por tu nombre, oh Jehová, me vivificarás;

Por tu justicia sacarás mi alma de angustia.

12 Y por tu misericordia disiparás a mis enemigos,

Y destruirás a todos los adversarios de mi alma,

Porque yo soy tu siervo.

Estimado lector: 

Una de las preguntas más frecuentes que surgen ante Dios es: Señor, ¿por qué sufren los justos? David, a pesar de ser un hombre consagrado, con un corazón conforme al de Dios, enfrentó muchas pruebas. En este salmo, clama por liberación y dirección, consciente de que sin la ayuda de Dios estaría perdido.

Para David, y para todo creyente, la oración no es solo un ejercicio de superación personal, sino un clamor real a un Dios que escucha, responde y actúa.

Las crisis afectan el alma, el lugar donde las emociones pueden dominar. David lo expresa con frases como: “El enemigo me ha perseguido; me ha tirado al suelo y me obliga a vivir en la oscuridad como los que están en la tumba.” y “Estoy perdiendo toda esperanza; quedo paralizado de miedo.”

En momentos de crisis, la oración debe ser un clamor sincero, sin reservas, abriendo el corazón ante Dios. Además, debe reflejar confianza en Él como único refugio y esperanza. Aun cuando las dificultades sean consecuencia de decisiones propias, Dios sigue siendo la guía segura y la protección fiel para aquellos que buscan su ayuda.