SALMOS 76:4-6
4 Tú eres glorioso y superas en majestad
a las montañas eternas.[b]
5 Nuestros enemigos más audaces fueron saqueados
y yacen ante nosotros en el sueño de la muerte.
No hay guerrero que pueda levantarse contra nosotros.
6 A la ráfaga de tu aliento, oh Dios de Jacob,
sus caballos y carros de guerra quedan inmóviles.
Estimado lector:
El salmista comparó el poder y la majestad de Dios con el poder de los montes, que a su vez reflejan el poder de los grandes ejércitos de la tierra.
Dios frustrará de alguna manera las artimañas del enemigo cuando se levante contra su pueblo, así como hizo dormir a los fuertes de corazón que intentaban destruir al pueblo de Dios y no pudieron usar sus armas. Ni los carros ni los caballos pudieron levantarse contra ellos.
Como hijos de Dios, redimidos por la sangre de Jesucristo, se debe tener la absoluta certeza de que “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende” (Salmos 34:7). No hay razón para que en el corazón del creyente haya temor.