AMAR A DIOS Y OBEDECERLE, ¡LO MEJOR!

Mar 2, 2024

SALMOS 50:7-15

7«Oh pueblo mío, escucha cuando te hablo.
    Estas son las acusaciones que tengo contra ti, oh Israel:
    ¡yo soy Dios, tu Dios!
8No tengo quejas de tus sacrificios
    ni de las ofrendas quemadas que ofreces constantemente.
9Pero no necesito los toros de tus establos
    ni las cabras de tus corrales.
10Pues todos los animales del bosque son míos,
    y soy dueño del ganado de mil colinas.
11Conozco a cada pájaro de las montañas,
    y todos los animales del campo me pertenecen.
12Si tuviera hambre, no te lo diría a ti,
    porque mío es el mundo entero y todo lo que hay en él.
13¿Acaso me alimento de carne de toro?
    ¿Acaso bebo sangre de cabra?
14Haz que la gratitud sea tu sacrificio a Dios
    y cumple los votos que le has hecho al Altísimo.
15Luego llámame cuando tengas problemas,
    y yo te rescataré,
    y tú me darás la gloria».

Estimado lector:

Obedecer es mejor que el sacrificio, y amar a Dios y al prójimo mejor que todas las ofrendas quemadas.

El objetivo del salmo parece ser exponer el valor y la importancia de una espiritualidad adecuada, en contraste con un ritualismo religioso meramente superficial. Una lectura sincrónica del poema sugiere que, en el momento de su composición, había una dependencia generalizada en Israel de las ceremonias de culto público, mientras que gran parte de la espiritualidad del pueblo se había desvanecido bajo formas rituales estrictas de la religión, acompañadas de cierta corrupción en las relaciones interpersonales.

En este poema-decreto, la declaración de los grandes principios mediante los cuales se evalúa de manera determinante la fidelidad de Israel al pacto con Dios no se basa únicamente en la observancia de formas externas de devoción litúrgica, sino en una espiritualidad que se manifieste en una adoración sincera a Dios expresada a través de una vida recta.

En este salmo, se proclama la soberanía de Dios (Jehová) sobre Israel. De manera similar a lo que ocurre en tiempos modernos en la Iglesia, Dios no depende de las acciones rituales del pueblo; aunque recibe sus ofrendas y sacrificios, lo que más valora es que el pueblo lo busque y clame a Él. Jehová no es cliente del pueblo, sino su Dios.