SALMOS 135: 1-12
Reina-Valera 1960
La grandeza del Señor y la vanidad de los ídolos
Aleluya.
135 Alabad el nombre de Jehová;
Alabadle, siervos de Jehová;
2 Los que estáis en la casa de Jehová,
En los atrios de la casa de nuestro Dios.
3 Alabad a JAH, porque él es bueno;
Cantad salmos a su nombre, porque él es benigno.
4 Porque JAH ha escogido a Jacob para sí,
A Israel por posesión suya.
5 Porque yo sé que Jehová es grande,
Y el Señor nuestro, mayor que todos los dioses.
6 Todo lo que Jehová quiere, lo hace,
En los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos.
7 Hace subir las nubes de los extremos de la tierra;
Hace los relámpagos para la lluvia;
Saca de sus depósitos los vientos.
8 Él es quien hizo morir a los primogénitos de Egipto,
Desde el hombre hasta la bestia.
9 Envió señales y prodigios en medio de ti, oh Egipto,
Contra Faraón, y contra todos sus siervos.
10 Destruyó a muchas naciones,
Y mató a reyes poderosos;
11 A Sehón rey amorreo,
A Og rey de Basán,
Y a todos los reyes de Canaán.
12 Y dio la tierra de ellos en heredad,
En heredad a Israel su pueblo.
Estimado Lector:
Este pasaje refleja la actitud de adoración que debe mantenerse constantemente. El salmista inicia instando a todos a rendir honra y adoración al Dios Todopoderoso, desde los más fieles hasta el último de los que estuvieran en Su casa, haciendo referencia a Su santuario y tabernáculo.
También se reafirma que Israel llegó a ser posesión de Dios, pues Él lo tomó como Su hogar terrenal. Asimismo, se reconoce que solo Dios tiene poder absoluto, a diferencia de los ídolos creados por los hombres, que carecen de conciencia y autoridad.
El poder de Dios se manifiesta en todo lo creado, desde la formación y destrucción de lo visible e invisible hasta los fenómenos naturales como la lluvia, la nieve y el movimiento del sol. Además, el pasaje recuerda que las plagas enviadas sobre Egipto fueron obra de Su mano, así como las señales y prodigios mostrados ante el faraón para liberar a Su pueblo. Se destaca también la manera en que Dios derrotó a naciones y reyes poderosos, demostrando que nadie puede oponerse a Su voluntad.
Estos versículos enfatizan la importancia de ser verdaderos adoradores, aquellos que lo hacen en espíritu y en verdad, sin limitarse a un lugar o un momento específico. Por ello, esta enseñanza debe reflejarse en cada aspecto de la vida.