SALMOS 105:37-41
37 El Señor sacó a su pueblo de Egipto, cargado de oro y de plata;
y ni una sola persona de las tribus de Israel siquiera tropezó.
38 Egipto se alegró cuando se fueron,
porque les tenía mucho miedo.
39 El Señor desplegó una nube sobre ellos para que los cubriera
y les dio un gran fuego para que iluminara la oscuridad.
40 Ellos le pidieron carne, y él les envió codornices;
les sació el hambre con maná, pan del cielo.
41 Partió una roca, y brotó agua a chorros
que formó un río a través de la tierra árida y baldía.
Estimado lector:
Este salmo está dedicado al Dios que salvó al pueblo de Israel de la destrucción. El salmista se centra, en mostrar detalladamente el plan perfecto que Dios trazó y desarrolló durante cientos de años, para que Su pueblo fuese santo de principio a fin.
El salmista alaba a Dios Todopoderoso, invitando a los miembros de la congregación a adorarle y a glorificar Su Nombre. También instruyéndolos acerca de cómo debía ser esa adoración; y acerca del propósito y los planes del Señor, para el pueblo de Israel. El cántico se diseñó para adorar a un Padre que cumplió Sus promesas, que escuchó a Su pueblo y que cuidó con detalle las diversas necesidades que pasaron en las épocas de tribulación.
Este pasaje invita a adorar a Dios, a contar Sus Obras Poderosas y a darle gracias al recordar Su Amor, Sus Cuidados y todas Sus Maravillas. También invita a confiar en Él, a buscar Su rostro y a reconocer Su Justicia, en medio de las circunstancias difíciles.