AFLIGIDO PERO LLENO DE FÉ

Sep 27, 2024

SALMOS 102:1-11

Señor, ¡oye mi oración!
    ¡Escucha mi ruego!
No te alejes de mí
    en el tiempo de mi angustia.
Inclínate para escuchar
    y no tardes en responderme cuando te llamo.
Pues mis días desaparecen como el humo,
    y los huesos me arden como carbones al rojo vivo.
Tengo el corazón angustiado, marchito como la hierba,
    y perdí el apetito.
Por mi gemir,
    quedé reducido a piel y huesos.
Soy como un búho en el desierto,
    como un búho pequeño en un lugar remoto y desolado.
Me acuesto y sigo despierto,
    como un pájaro solitario en el tejado.
Mis enemigos se burlan de mí día tras día;
    se mofan de mí y me maldicen.
Me alimento de cenizas;
    las lágrimas corren por mis mejillas y se mezclan con mi bebida,
10 a causa de tu enojo y de tu ira,
    pues me levantaste y me echaste.
11 Mi vida pasa tan rápido como las sombras de la tarde;
    voy marchitándome como hierba.

Estimado lector:

Señor, oye mi oración: Según su título, este salmo proviene de un afligido anónimo. El salmista le ruega a Dios que oiga su oración, sabiendo que un Dios bueno y compasivo no podría escuchar su súplica y aun así ignorarla.

Los dos primeros versículos de este salmo están llenos de frases que aluden a otros salmos (Van Gemeren cita siete de esas frases). “Pero el salmista no es un compilador a sangre fría, tejiendo una red de viejos hilos, sino un hombre que sufre… asegurando un cierto consuelo al reiterar peticiones familiares”. 

No te alejes de mí: La aflicción en sí era bastante mala, pero se agravó más allá de toda medida por la sensación de que Dios no veía ni le importaba. Cuando tenía la sensación de que el favor y el rostro de Dios eran evidentes, podía soportar la aflicción.

Por mi gemir quedé reducido a piel y huesos: En un estilo similar al de Job, el salmista describe su agonía. Sus días pasaban como nada sin sentido. El dolor desde lo más profundo de